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Colombia fue nuestra

También conocido como:

Colombia in My Arms


Duración
91 min
Fecha de lanzamiento
2020
Resumen
Ver Colombia fue nuestra Online: En un mundo fuertemente polarizado, ¿es posible encontrar un territorio común para construir la paz? Después de 52 años de conflicto armado, la guerrilla de las FARC está a punto de entregar sus armas a cambio de la participación política y la inclusión social de los pobres. Ernesto es uno de ellos. El tan celebrado acuerdo de paz colombiano arroja a Ernesto y a la sociedad polarizada que lo rodea a un caos en el que todos temen por futuro y por la propia supervivencia. ¿Qué sucede con una paz frágil en un país desigual si hacer lo incorrecto puede justificarse fácilmente como el único medio de lucha? El acuerdo de paz entre la guerrilla de las FARC y el gobierno colombiano arroja al país al caos. Luego de 52 años de conflicto armado, la guerrilla de las FARC en Colombia está a punto de entregar sus armas a cambio de participación política e inclusión social para los más pobres. Con el tan esperado acuerdo de paz, Ernesto, uno de los guerrilleros, se encuentra en medio del caos en una sociedad que teme al futuro y teme por su propia supervivencia.  Ernesto quiere llevar una vida pacífica, sin sus armas, pero ese objetivo se ve obstaculizado por enemigos: un político de derecha y un descendiente de conquistadores españoles, que quieren liberar a Colombia de las guerrillas de las FARC. Un retrato íntimo de un país profundamente desigual y que reflexiona sobre el colonialismo, el capitalismo y lo que nos mantiene vivos como humanidad. Esta forma analítica se desarrolla en la pantalla. Jussi Rastas tiene una amplia experiencia como productor de contenidos de Cruz Roja e impone un estilo humanista en la codirección. Al mismo tiempo, la relación territorial de Jenni Kivistö, quien vivió en Colombia durante siete años, se destaca a la hora de valorar imágenes con gran aumento de lente.  Con ello, la edición de “ Colombia Era Nossa ” tiene dos formas de expresión, que se turnan. Al traer los testimonios de personas involucradas en la supuesta pacificación, lo hace con imágenes cerradas, muy cerca de esos rostros. Es difícil incluso individualizarlos y los objetos.  La escena de apertura, por ejemplo, muestra a un joven limpiando su rifle, con la misma naturalidad que el niño que presenta sus armas en el clásico documental brasileño “ Notícias de uma Particular Guerra”(1999) de João Moreira Salles y Kátia Lund, pero sin la amplitud del campo. La escala vendrá de acuerdo con el ritmo de la película. Poco a poco este acercamiento va cediendo paso, con el uso de planos más amplios, explorando el espacio rural o urbano donde se inserta ese personaje. Esto sucede para transformar a todos los entrevistados en pequeños capítulos que se superponen y terminan dándonos la sensación de que, detrás de todas esas opiniones personales, está la formación de un país, una Colombia.  Ver Colombia fue nuestra Online La otra lectura aplicada al conjunto es este contacto con el suelo. En algunas líneas tenemos imágenes de serpientes, hormigas, plantaciones de coca o la preparación de hojas. Todo muy cercano, remitiéndonos directamente a las formas del territorio para expresarse, incluso sin la acción humana. Por cierto, esta acción humana es fundamental en el desarrollo de la película. Es muy emblemática la escena en la que se muestra el anuncio del acuerdo de paz en una finca familiar vacía, donde se produce mate de coca. Una soledad del espacio que nos lleva a pensar en la obra de Gabriel García Márquez, premio Nobel colombiano mucho menos controvertido que Santos, quien fue premiado por haber cosido este cese al fuego mal resuelto.  De una época en la que las FARC emergieron como una resistencia en la lucha de clases en un estado nunca controlado por un gobierno popular y que tiene como lectura obligatoria “Cien años de soledad”. Los cuatro personajes principales son: un guerrillero de las Farc a punto de desmovilizarse y militar activamente en el nuevo partido político, la senadora de derecha y enemiga del proceso María Fernanda Cabal, un campesino cultivador de coca y un aristócrata descendiente de una familia tradicional colombiana.  Contrario a lo que usualmente se cree, un documentalista no debe ser neutral ni aséptico, pero sí debe garantizar algún tipo de equilibrio en su relato. Sin usar narradores, cifras, fechas y prescindiendo, incluso, del nombre y cargo de los personajes; los documentalistas logran estructurar una narración fluida y estética en donde las palabras dicen tanto como la música y las imágenes. Hay subtextos claros en este documental y ese es uno de sus mayores méritos. Ver Colombia fue nuestra Online Los personajes son tratados con respeto, pero sin condescendencia, y los directores evitan hábilmente el panfletismo y el activismo político al presentar las distintas caras de la moneda logrando también parodiarlos en sus contradicciones y verdades a medias: El exguerrillero adora su fusil como un fetiche, defiende el secuestro como un tributo necesario para la guerra por parte de las clases privilegiadas y dice que el pueblo los ama y los necesita.  El aristócrata afirma que es lógico que siempre los mismos estén en el poder pero que deben ser más sensibles a las necesidades de los demás, mientras un sirviente le sirve una copa de vino mientras este ni lo mira. La senadora uribista dice que algunas personas se sienten cómodas ganando poco dinero y que a otros sí les gusta ganar más y que al país le espera un gran futuro con ellos en el poder.  El campesino canta una tonada sobre los raspachines en la que aparecen como héroes de corrido mexicano. En lo único que coinciden es en que las cosas seguirán siendo así, para desdicha o tranquilidad de cada uno. Este buen documental es, sobre todo, oportuno para el momento actual que vive este proceso y es una narración polifónica que explica en buena parte el fracaso del mismo: los personajes representan cuatro países muy diferentes que no pudieron (o quisieron) ponerse de acuerdo. Colombia sigue en las manos y en las armas de quienes detentan el poder porque, contrario a lo que muchos quisiéramos, es más fácil hacer la guerra que apostarle a la paz.
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