Resumen
Regina (Paulina Goto) es una chi ca de Guadalajara de veintitantos que después de un inesperado divorcio se enfrenta al vacío que le ha dejado perseguir la idea del príncipe azul y el felices para siempre: una carrera trunca, amistades falsas y 72 pesos en su cuenta bancaria Ver Veinteañera, divorciada y fantástica online.
Regina decide mudarse a la Ciudad de México con la idea de perseguir a Juan Pablo (Vadhir Derbez), su ex, para salvar su matrimonio, pero lo que encuentra en la capital es un camino para reinventar su vida con la ayuda de una aliada inesperada, una tatuadora llamada Tábata (Natalia Téllez).
El spin-off de Treintona, soltera y fantástica opta por el tradicional y seguro camino de los clichés para hacer su mensaje de corte feminista más digerible y evidente para la audiencia. En Treintona, la protagonista Inés (Bárbara Mori) tenía que luchar con el statu quo que dicta que la normalidad es estar ya casada a los treinta.
El viaje de “La Regis” (como la llaman de cariño) también está enfocado en rebelarse en contra de los paradigmas sociales de la sociedad mexicana, pero desde otra mirada: en su caso, es desempolvarse de esta idea anticuada de que haberse divorciado y estar soltera a sus veintes es el fin del mundo.
Al principio, se resiste, y para ejemplificar este choque de ideologías, Regina entabla una amistad improbable con Tabata, una tatuadora cool y rebelde que no puede creer que todavía exista alguien con ideas del “amor” tan anticuadas. Otras situaciones –como actitudes machistas y problemas laborales– impulsan a Regina a buscar reconstruir su vida y buscar la independencia.
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El mensaje está ahí, sin embargo, Veinteañera siempre le da más peso al estilo que la forma, y la cinta sacrifica la sustancia y la credibilidad para crear momentos cómicos que además que sean visualmente atractivos y sigan gravitando más hacia la fantasía. El resultado: un film poco memorable.
Lo que sigue y lo que conforma el grueso de la cinta es la llegada a “la Ciudad” de una provinciana de clase alta que nunca antes trabajó; pagó un departamento; ni completó su formación profesional como arquitecta, pues la respuesta lógica en su universo estaba siempre en sus padres o en su pareja.
Temerosa del juicio familiar y de sus amigas de siempre, Regina busca mantener la farsa del matrimonio mientras se da un tiempo e intenta sobrevivir sola en una metrópolis feroz (aunque completamente diluida para los fines narrativos de la cinta).
Sin huir de varios clichés, la película busca mostrar el camino de una mujer que encuentra su voz y su propio rumbo. Aunque cae en la gratuidad de hacerla encajar con un grupo de albañiles al dominar el albur (y mimetizarse con ellos en parámetros masculinos), también le concede la gracia de mostrarla como una persona íntegra, que encuentra satisfacción al desarrollar su potencial personal y profesional.
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Todo esto en una atmósfera muy chilanga pop, en medio de montajes a veces frenéticos, con Regina volviendo a encontrar instantes de goce al ritmo de “Qué perra mi amiga” y varios hits noventeros.
Si Veinteañera, divorciada y fantástica se mira con expectativas de verosimilitud, las situaciones pueden no resultar muy creíbles: como el encontrar roomate en un puesto de quesadillas y otras posibilidades que solo se dan en el México mágico de las chick flicks.
Si se le mira como eso, como una comedia romántica, la cinta aporta al entretenimiento con personajes que se suman a la heroína en su camino, como Tábata (Natalia Téllez), artista y tatuadora que la anima a desprenderse del ex; Andrés (Jesús Zavala), amigo de la infancia y nuevo pretendiente; así como la squad de toda la vida, interpretada por Giselle Kuri, Ela Velden y Ana González Bello.
Al lado de todos ellos, la soltería se siente menos grave, el corazón se reconforta y se puede encontrar alivio en una torta de chilaquiles o sabiduría en una canción de Kabah.
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